La castidad es una virtud y un regalo de Dios, por tanto, debemos clamarle al espíritu santo nos conceda la gracia de una vida en castidad. A continuación, presentamos una oración, propuesta en el libro Jóvenes en Renovación, Espiritualidad Afectividad y Sexualidad*.
Ore de este modo o de otra forma más personal:
«Divino Espíritu Santo, que habitas en mi ser, que hiciste de mi corazón tu residencia, me presento delante de ti y te adoro. Sí, te adoro, Dios-amor, amor del Padre y del Hijo, santificador y abogado. Te alabo por todas las obras que realizaste en mí, desde mi concepción.
Ahora vengo a ti para pedirte el don de la castidad. Espíritu Santo, el poder de Jesús me acaba de liberar de muchas fuerzas esclavizadoras y erotismos compulsivos. Pero yo deseo mucho vivir mi sexualidad en castidad, la más perfecta que me sea posible. Por eso yo te pido: concédeme el don de la castidad. Manifiéstate con una efusión poderosa, envolvente, posesiva, de castidad. Tan poderosa que penetre en todas las áreas que fueron liberadas, y las interprete y posea vigorosamente.
Llena con la fuerza de la castidad todo mi espíritu, para que sea profundamente casto y alegre en la castidad. Infunde en él el don de la castidad. Que se afeccione a ella y la busque firmemente.
Penetra en todo mi inconsciente, en mi subconsciente y en mi consciente, principalmente en el impulso de sexualidad, y poséelo por el poder de la castidad. Que todo mi psiquismo poseído por este don se manifieste siempre casto, buscando siempre la castidad de la sexualidad.
Penetra en todas mis emociones. Invádelas e infunde en ellas el don de la castidad más perfecta. Que toda mi emoción sea poseída por una fuerza poderosa envolvente de castidad. Que mi emoción, ungida de castidad, se afeccione y busque siempre y sólo emociones buenas, castas, puras y santas. Llena mi sentido emocional de castidad, ¡te lo pido!
Espíritu Santo, te agradezco y te pido que poseas plenamente: la inteligencia y la memoria, la imaginación y la voluntad. Unge todas mis facultades mentales con la unción poderosa de la castidad. Que la gracia de la castidad penetre profundamente en ellas, comunicándoles la unción de la pureza para que no vuelvan más a la sensualidad, sino que, por el contrario, busquen la santidad de la sexualidad, la castidad más perfecta.
En fin, Espíritu Santo, toma posesión de todo mi cuerpo, órgano por órgano, y úngelos con el poder del don de la castidad. Penetra la unción de la castidad en mis ojos, en mis oídos, en mi boca, en mis manos, en todos mis genitales, y principalmente en aquellos órganos que alguna vez quedaron más marcados por experiencias carnales. Que la fuerza de la castidad se manifieste de tal forma que se vuelvan como inocentes. Como si nunca hubiesen sido erotizados.
Gracias, Espíritu Santo, porque estás escuchando mi suplica. Porque me concedes la castidad para mi vida de sexualidad. Gracias por todo el inmenso bien que me haces. Por toda la libertad que voy a experimentar en la vida sexual, pudiendo vivirla, de manera mejor, de modo casto y santo, como es el deseo del Padre y de Jesús».
Luego de esta oración, se nos invita a hacer un buen momento de oración de alabanza al Señor. Primero por la liberación pedida y recibida. Aunque no se esté sintiendo nada, alabar y agradecer como quien está seguro de haber sido escuchado.
Referencias
*Jóvenes en Renovación, Espiritualidad Afectividad y Sexualidad. Pedrini Alirio José (2008). Editorial San Pablo.