Por Madre Diana Osorio, Hijas Misioneras de San Juan Bosco.

Para hablar de discernimiento vocacional en la actualidad, tenemos que hablar de nuestra juventud, ¿Quiénes son nuestros jóvenes hoy en día? Los jóvenes actuales son inquietos, curiosos, críticos, tecnológicos, creativos, son jóvenes a los cuales les interesa conocer lo que se encuentra más allá de sus sentidos, son jóvenes ávidos de Dios, de conocerlo, amarlo y seguirlo, de esto estoy plenamente segura porque comparto con ellos mi vida religiosa, de hecho, son la razón de ser de la Comunidad a la que pertenezco. 

Los jóvenes actuales como los del ayer continúan preguntándose, y quizás de ese interrogante parte todo lo que tiene ver con el camino vocacional: ¿Señor para qué nací, ¿qué quieres de mí, cuál es tu Voluntad, qué debo hacer con mi vida? éstas preguntas indican dudas frente al seguimiento de Cristo, ya que es Él mismo quien coloca en el corazón de nuestros jóvenes, hombres y mujeres, un deseo más grande y un corazón más generoso para servir a los demás. 

El llamado de Dios es un misterio, Él llama tanto a jóvenes que viven dentro de una familia unida, católica y practicante, como a jóvenes de familias disfuncionales, que se encuentran distraídos en el mundo, las modas y los placeres, como le ocurrió a San Agustín en su tiempo, pero lo más importante para el o la joven que inicia a sentir en su corazón ese interrogante es hacer un pare, un alto en el camino de la mano con la oración y la intimidad con Cristo Sacramentado.

Pero y ¿qué hacer cuando ese interrogante se hace cada vez más fuerte en el corazón?, viene en esos momentos en nuestros jóvenes otra pregunta clave para el discernimiento vocacional, ¿A quién debo recurrir? ¿A quién se lo debo contar? Es ahí cuando se hace muy importante la presencia de un Director espiritual, una persona a la cual se le tenga mucha confianza, ojalá de vida consagrada en el seguimiento de Jesús y que pueda orientarle para que el siguiente paso sea escuchar la respuesta de Dios.

Escuchar la respuesta de Dios no es fácil, en este momento viene lo que se puede decir es lo más importante en el caminar del discernimiento vocacional: salir de la duda. Ya el o la joven que ha escuchado en su corazón el llamado de Dios, acompañada de la persona idónea comienza a peregrinar a su encuentro cara a cara con Dios, 

El pare, el alto del que hablé anteriormente, es esa intimidad con Cristo donde es importante escuchar la respuesta que Él tiene para cada uno, pero se debe tener en cuenta algo que siempre suele suceder en el cotidiano cuando se hacen preguntas de las cuales no se interesa escuchar las respuestas, como cuando pasas por la calle y al saludar preguntas ¿cómo estás? Pero ni siquiera paras, no haces una pausa para escuchar la respuesta de la persona a quién saludaste, así pasa con esta gran pregunta que se le hace a Dios, así puede suceder con la vocación, por eso, es importante parar, repito, hacer un alto para escucharlo: “¡Ven, sígueme!” 

Parecería que el discernimiento termina al hacerse palpable la respuesta de Dios frente a la duda de los jóvenes, pero no es así, el camino continúa porque Dios espera ahora la respuesta de quien le sembró en su corazón la vocación y es ahí donde le digo a los jóvenes repitiendo las palabras del Santo Papa Juan Pablo II: “No tengan miedo”, no huyan frente a la vocación que el mismo Cristo les hace, se sabe que el paracaídas funciona cuando se prueba en el salto, se puede decir que darle una respuesta a Dios es un salto en el vacío pero con la plena seguridad que te respalda su llamado y que quien te espera en la caída son sus manos siempre abiertas y colmadas de gracias y de amor. 

Finalmente, quisiera dejar una idea clara, Dios siempre nos da la plena libertad de aceptarlo o no, Don Bosco  siempre fue muy tajante en decirle a los jóvenes que de la respuesta que le dieran a Dios dependía su futuro, Dios siempre tiene un sueño para con cada uno,  pero el o la joven con vocación debe responder en Libertad, sin presiones de ninguna índole; Dios ofrece la felicidad plena en el camino vocacional, pero se es  libre de aceptarlo o no y si la decisión es como la de María Santísima: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu Palabra” prepárense jóvenes para un nuevo caminar, porque el discernimiento vocacional continuará…