Por @andreastefaniapp

Hoy 29 de abril, celebramos la memoria de Santa Catalina de Siena (1347-1380), doctora de la Iglesia. Esta Santa, nos dejó muchas enseñanzas; sus vivencias espirituales y el entendimiento del alma que le fue otorgado por la gracia de Dios, aún son de mucha utilidad en nuestro caminar con el Señor. Hoy hablaremos de una de esas enseñanzas: las potencias del alma.

Santa Catalina reconoció en el alma humana tres potencias, el entendimiento (también llamado inteligencia), la voluntad y la memoria. Estas potencias, luego fueron profundizadas por San Agustín. 

El entendimiento, se refiere a nuestra capacidad para conocer la verdad; la memoria, a nuestra capacidad para recordar y la voluntad, a nuestra capacidad para hacer efectiva nuestras resoluciones, determinando el curso de nuestras acciones.

Estas potencias no son aisladas, sino que, al ser parte fundamental del alma, son dinámicas y están íntimamente ligadas. Una de estas dinámicas, la podemos ver desde el poder que tiene la memoria. “Aquello que vivimos recordando es lo que tiene poder en nosotros” dice el Padre Fray Nelson Medina, en una de sus catequesis de sanación interior*. De esta manera, si nuestra memoria está llena de cosas santas, nuestro entendimiento se va a iluminar y nuestra voluntad se va a dirigir naturalmente al bien.

Vale la pena entonces preguntarnos ¿De qué está llena nuestra memoria? Y ¿Cómo aquello que conservamos en nuestra memoria nos puede afectar nuestro entendimiento y voluntad? Y más aún ¿Cómo estas potencias podrían afectar también nuestra afectividad y sexualidad? 

Te pongo un ejemplo concreto. Hoy en día, es común ver jóvenes, envueltos en la pornografía. Un alma sumergida en este vicio, más temprano que tarde, tendrá su memoria llena de imágenes sexuales inapropiadas, incluso abominaciones. Tener en la memoria estos pensamientos, irá distorsionando poco a poco el entendimiento de las relaciones y la sexualidad, haciendo que la voluntad, quiera, por ejemplo, reproducir en la vida real estas imágenes, y así progresivamente, se va cayendo más profundo en un abismo. 

Pero, cuando queremos salir de los vicios de pecado, es la potencia del entendimiento que está tratando de buscar la verdad, moviendo a la voluntad a abrirse a la gracia y a la acción de Dios. Es entonces, cuando el alma puede voluntariamente y desde lo profundo, decir: “Jesucristo te acepto como señor de mi vida y quiero que tú moldees mi existencia, hay cosas en mí que necesitan ser transformadas”. Por gracia de Dios, en este punto, el entendimiento ya ha logrado captar que no todo está perdido. Sin embargo, si la memoria sigue llena de basura (cómo las imágenes pornográficas), esto puede llevar fácilmente al alma, a volver a caer, incluso solo por la curiosidad, convirtiéndose en un círculo vicioso. 

¿Cómo podría entonces un alma salir victoriosa y liberarse de tal vicio de pecado? La respuesta está en abrirse a la acción de Dios, y reconocer la importancia de que su memoria sea vaciada de tantas imágenes y recuerdos perjudiciales y con la ayuda de Dios, santificar la memoria. 

Santificar la memoria, quiere decir que la memoria sea vaciada de aquello que no construye, y que al tiempo vaya guardando las bondades de Cristo y cosas santas. ¿Cómo podemos hacer esto? Llenando la memoria, poco a poco, de la palabra de Dios. Cuando algo te llama la atención de las escrituras -así sea una sola palabra- es la voz del Espíritu Santo que quiere plantar en ti esa semilla. Si tenemos en la memoria guardada la palabra de Dios, tendremos mucho con qué defendernos. Cuanto más santifiques tu memoria con el recuerdo de la palabra y las experiencias de gracia y de bendición, más fuerte será la santificación de tu memoria, haciendo que tanto tu entendimiento y tu voluntad se guíen hacia la verdad que es Cristo (Jn 14, 6).

Es necesario entonces, llenar nuestra memoria de cosas espirituales, reforzar los recuerdos agradables, y entregar al Señor el contenido de nuestra memoria, incluso los recuerdos dolorosos para que puedan ser sanados por Él.  

Procuremos, recordar siempre las grandes bendiciones del señor, su amor, su ternura, cercanía, paciencia y gracia, así la vida se tornará diferente. Guardar en el corazón como María, los detalles y tesoros de la Palabra de Dios, que nos devuelven la vida. 

Cuando nos dediquemos a leer la palabra, buenos comentarios a la palabra y demás lecturas espirituales, nuestro entendimiento se irá iluminando, la voluntad tenderá cada vez más hacia Jesús y la memoria se irá llenando de lo que Jesús puede hacer. Eso es lo que finalmente tendrá poder en nuestra vida, y terminará guiando también un sano desarrollo de nuestra afectividad y sexualidad.

Agradezcamos hoy al Señor, poder conocer estas potencias del alma, reconociéndolo en el dialogo con el Señor como Santa Catalina lo hacía: “Sólo por amor nos has hecho a imagen y semejanza Señor… Así lo hiciste dando al hombre cierta forma de Trinidad en las potencias del alma: entendimiento, para conocer, memoria, para acordarse de ti, y voluntad y amor, para amarte sobre todas las cosas. De este amor no nos puede privar ni el demonio ni otra criatura, si nosotros no lo queremos” *