Por @ooviedoali
Desde niños, muchas veces escuchamos: “espera”, “ten calma” “de la carrera, solo queda el cansancio”; y pensamos que es una forma de nuestros padres, tíos, abuelos, e incluso amigos de la familia, de coartar nuestras ideas y limitar nuestra libertad. Pero, esta frase tan sencilla y coloquial, tiene una verdad profunda: tomar decisiones a la ligera, nos puede costar muy caro.
A cuántos jóvenes no escuchamos decir, “metí la pata”, “le hice daño a esta persona”, “creí que las cosas iban a ser diferentes”, “pensé que iba a cambiar”, y por querer las cosas apresuradamente, a la ligera, sin detenernos un momento a pensar, terminamos cometiendo errores que después carcomen la conciencia diciéndonos: “Debiste esperar”.
Pues bien, querido lector, es importante que antes de tomar decisiones trascendentales, pensemos primero en fortalecer nuestra voluntad hacia el bien, y aprender a diferenciar lo bueno, lo agradable y lo perfecto (Rm 12, 2b). La voluntad es una potencia de nuestra alma que puede ser moldeada (Ver la entrada de Las Potencias del alma) y una manera de hacerlo es espaciar las gratificaciones.
Espaciar las gratificaciones, quiere decir, no apresurarnos en correr por obtener aquello que deseamos sin sacrificio, sin esforzarnos por alcanzar lo que tanto anhelamos. Espaciar las gratificaciones, es esperar el momento indicado para alcanzar lo anhelado. Como bien lo dijo en una audiencia general, el Papa Francisco (2015): “Quien pretende querer todo y enseguida, luego cede también en todo —y enseguida— ante la primera dificultad (o ante la primera ocasión)”.
Son comunes las frases: “La vida es un ratico”, “vivamos y comamos que mañana moriremos”, “le doy al cuerpo lo que el cuerpo pide”, entre otras. Pero, si nos damos la oportunidad de espaciar las gratificaciones, los frutos que podemos recoger son muy grandes, más grandes que habernos sumergido en un momento de placer.
En toda relación interpersonal y en especial las relaciones de noviazgo, la invitación es a espaciar las gratificaciones. Espaciar ese momento culmen de encuentro sexual con la persona que amamos, para vivirlo en el matrimonio y no antes. Forjar la paciencia, amar en castidad, para que, durante el noviazgo, podamos conocer a nuestra pareja no desde lo volátil, precario e imprevisible que es el deseo, sino, desde el amor. Que no nos pase lo que también nos advirtió el Papa: “Muchas parejas están juntas mucho tiempo, tal vez también en la intimidad, a veces conviviendo, pero no se conocen de verdad” (Papa Francisco, 2015)
Un verdadero cristiano, sabe espaciar las gratificaciones en distintas ocasiones de su vida y con hechos concretos. Por ejemplo, el caso de un amigo sacerdote, que no fue a conocer Tierra Santa (Jerusalén) con su familia -a pesar que iban a correr con todos los gastos- por obediencia a su superior, dado que este viaje, sería un regalo de ordenación pasados ciertos años en su comunidad. O como unos amigos que, a pesar de sentir una atracción mutua, no se aventuraron a iniciar un noviazgo con poco tiempo de haberse conocido, sino que decidieron esperar para conocerse mejor y no enamorarse tan rápido (Ver la entrada de No te enamores tan rápido).
También está el caso de una joven que luego de su encuentro con Cristo, decidió hacer un pare en su noviazgo pues no era agradable a Dios, y el de otro joven que, aun teniendo novia, y frente a las insinuaciones de una chica para tener un encuentro sexual por ser su cumpleaños, sometiéndose al “bullying” de sus compañeros de trabajo, decide mantenerse fiel a Dios y a la fe que profesa. En este último caso, la clave es reconocer que la satisfacción de un encuentro sexual, vendrá acompañado de mayores gracias, cuando sea el momento indicado y con la persona correcta.
En todas estas situaciones reales, a estos amigos les fue posible espaciar las gratificaciones y estoy seguro que, con la gracia de Dios, tú y yo también podremos hacerlo y creceremos en fortalecer la voluntad, porque nada es imposible para Dios (Lc 1, 37).
“De la carrera, solo queda el cansancio”, y te aseguro que es posible aprender a espaciar las gratificaciones, aún en este mundo, donde tener relaciones sexuales antes del matrimonio parece natural y es el pan de cada día; aún en un mundo donde la mujer que después de haber caído, decide seguir una vida de castidad, es tildada de “santurrona”, y donde al hombre que, al encontrarse con Jesús, y que decide dejar su vida de vagabundería, le dicen: “¿Quién lo ve?, ahora se cree el más Santo”.
Es el momento de decidir: o saltamos al precipicio y damos rienda suelta a los instintos, o esperamos y aprendemos a espaciar las gratificaciones.
Omar Oviedo Ali.
Presidente MJVC Secretariado Barranquilla, 2020.