Por @andreastefaniapp

Cada persona es un misterio de amor, y con ella existe una infinita diversidad interior y  distintas maneras para expresar y recibir el amor. Hoy en día se conocen 5 lenguajes muy específicos para expresar amor: (1) palabras de afirmación, (2) regalos, (3) actos de servicio, (4) tiempo de calidad y (5) toque físico* (ver entrada de los lenguajes del amor). Dependiendo de la historia de vida, cada persona tendrá uno o dos lenguajes con los que se siente más amada y/o con los que le resulta más fácil expresar amor -su lenguaje dominante-, mientras que los otros le pueden resultar más difíciles.

Hablando se aprende a hablar, amando se aprende a amar y que mejor si se aprende a amar en todos los lenguajes; eso no solo es posible, sino necesario. Aprender a identificar como tu prójimo se siente más amado, te ayudará a hacer lo que Jesús dijo “amaos los unos a los otros” (Jn 15, 12). Por eso, te traemos 3 estrategias para aprender a amar en todos los lenguajes. Ten la seguridad de que se puede lograr expresar el amor de diferentes maneras, incluso en el lenguaje que más se te dificulte.

  • Conócete; reconócete. 

El primer paso es conocerte a ti mismo. Reconoce tu lenguaje dominante, pregúntate: ¿Cómo te sientes más amado, con abrazos y caricias o con un detalle especial? ¿Prefieres una carta de amor o pasar tiempo de calidad con la persona que amas? ¿Te hace sentir amado cuando alguien te ayuda con un trabajo o tarea? ¿Cómo sueles demostrar tu amor a tus seres queridos?

También es importante reconocer en ti, cuáles son los lenguajes que más se te dificultan. ¿Cuánta facilidad tienes para decir “te amo”, “te admiro” o “eres importante para mí”? ¿Qué tan a menudo te nace dar pequeños o grandes obsequios? ¿Qué sientes cuando las personas a tu alrededor se acercan a ti, te abrazan o te acarician? ¿Te cuesta tener conversaciones profundas de tus sentimientos con otras personas?

Reconociendo cuál es tu lenguaje dominante, puedes tomarlo como una fortaleza, con la salvedad de que no se debe caer en exigir a los otros que te amen de determinada manera, sino más bien tener la caridad de comprender que todos tienen sus limitaciones. Lo que sí puedes hacer es seguir cultivando esos lenguajes, y comenzar a trabajar en aquellos que te representan un mayor desafío. 

  • Ve al origen, ora con tu historia de vida. 

Considera las razones por las cuales crees tener dificultad con un determinado lenguaje, estas razones suelen encontrarse en la historia de vida. Es importante hacerlo en sintonía de oración, pidiéndole al Espíritu Santo el auxilio para iluminar el entendimiento y que te acompañe en ese recorrido por tu historia.

Si en la infancia, rara vez se escuchó un “te amo”, “te quiero”, “estoy orgulloso de ti” y más bien se recibieron críticas o exigencias, esta podría ser la razón de la dificultad para expresar y recibir amor mediante las palabras de afirmación. Si hubo ausencia de abrazos y besos, o se fue víctima de algún abuso físico al interior de la familia, el contacto físico podría no sentirse tan cómodo. Si no se acostumbraba en casa a dar y recibir regalos, quizás no sea tan fácil comenzar a brindarlos. Si en la infancia no se aprendió a ser servicial en el hogar, puede que no se les dé tanta importancia a los actos de servicio. Si se solía estar inmersos en múltiples distracciones y no se pasaba tiempo de calidad con los seres queridos, no había conversaciones profundas, se puede fallar al momento de brindarle tiempo de calidad a una persona. O quizás la herida no se encuentre en la historia familiar, sino en el plano de las relaciones amorosas; quizás con alguien te diste por completo, le entregaste todo tu amor de muchas maneras y te traicionó, o las cosas no funcionaron y por eso ahora puedes tener dificultades para demostrar tu amor libremente a otra persona. También es posible que alguien hubiese querido conquistarte con palabras bonitas, pero se quedó solo en palabras, puede que quizás, en alguna relación te negaron abrazos y besos, y ahora ya te resulta más difícil abrirte a esas muestras de afecto con alguien más. 

Todos estos son solo ejemplos de las múltiples razones que puede haber en la historia de vida. Reconocerlos, te puede dar la libertad de dejar de darles poder en tu vida.

Lo importante es reconocer mediante la oración y la introspección en la propia vida, esas posibles razones y entregarlas en oración al Señor, para emprender un camino de sanación de nuestras heridas, comenzar de nuevo con el Señor, que hace nuevas todas las cosas (Ap, 21,5). Que sea su amor derramándose en ti para poder seguir aprendiendo a amar a otras personas. Que el amor te llene y desborde. Dependiendo al caso, puede ser bastante útil y necesario, acudir a acompañamiento espiritual y psicológico en este proceso.

  • Decídete, manos a la obra: apuesta por distintos actos de amor.

Al conocer los lenguajes en los que quieres trabajar, es importante que te decidas a aprender a hablarlo, aprender a expresarle a tus seres queridos el amor de la manera en que ellos se sienten más amados. Es una buena idea hacer una lista de las personas cercanas a tu corazón, (ver imagen al final) considerar cuáles podrían ser sus lenguajes principales y cómo podrías responder a su amor. Es como formar tu estrategia personalizada para amar. De esta manera lograrás seguir creciendo en los distintos lenguajes y podrás cada vez más abrirte a recibir esos diferentes expresiones de amor con plenitud cuando te sean dadas, porque seguramente nacerán de personas que realmente quieren hacerte sentir amado.

Lo mejor es empezar en casa y con la familia, establecer o restablecer esa conexión con ellos. No importa si tu relación con tus padres o hermanos no es la mejor, es deber de todos asumir dar la iniciativa en el amor. Incluso es posible amar al otro con heridas y cosas por saldar, porque el amor no es una emoción, sino una actitud que dice “quiero buscar tu beneficio y bienestar ¿cómo te puedo ayudar?”.

Para tu lista, considera cuales son los lenguajes dominantes de tu familia y las personas más cercanas, amigos, compañeros de trabajo, estudio y comienza a hablarlos con regularidad en tu relación con ellos. Puedes percibir quizás, que una amiga especial, tu hermana o tu papá, se sientan más amados cuando haces cosas por ellos. Entonces, puedes proponerte precisamente a ayudarlos con alguna tarea, creciendo en actos de servicio. Por ejemplo, puedes hacer el desayuno a tu papá, puedes ayudar a tu amiga con un favor, aunque te cueste o sea algo que no te guste. Son esos pequeños actos de amor que el Señor sabrá recompensarte grandemente.

Si has reconocido que el lenguaje de los regalos no es tu fortaleza, algún día podrías planear y determinarte a brindar dos o tres obsequios a personas especiales, y así ir creciendo en ese lenguaje del amor.

Al reconocer que no te identificas mucho con las palabras de afirmación, puedes hacer el esfuerzo adicional, para expresarle tu admiración, respeto y cariño con palabras, a las personas que sabes que lo van a valorar. Una palabra de aliento, consuelo o afirmación, siempre serán alegría para un corazón. Un día puedes escribir notas o mensajes de agradecimiento, no tienes que esperar un día especial para eso, todos los días son especiales para amar. Tú te sentirás también feliz de poder hacer feliz a otras personas.

En conclusión, la invitación es a fortalecer la voluntad hacia ese propósito de aprender a amar mejor a los tuyos, creciendo en todos los lenguajes del amor. Hazlo con una determinada determinación*, teniendo en cuenta que en ese esfuerzo es Cristo quien te acompañará, porque es el Amor mismo, y sin Él nada podemos hacer (Jn 15,5). Cuando se bebe del agua viva que Cristo quiere dar, se puede incluso dar de beber a otros, las piedras ya no hacen daño, sino que acarician*, y de las entrañas brotan ríos de agua viva (Jn 7, 37) para dar de beber a los que tienen sed de amor.

 

*Ejercicio recomendado por Chapman (2005)

Referencias

*Gary Chapman (1996), Los cinco lenguajes del amor

*Gary Chapman (2005) Los cinco lenguajes del amor para solteros.

*“Determinada determinación” Frase de Santa Teresa de Jesús 

* Canción hermana Glenda “Tu eres el agua viva”