Por Omar Oviedo.
“Te doy gracias, mujer, ¡por el hecho mismo de ser mujer! Con la intuición propia de tu femineidad enriqueces la comprensión del mundo y contribuyes a la plena verdad de las relaciones humanas”; estas fueron las palabras de San Juan Pablo II el 29 de junio de 1995. Veinticinco años después, seguimos reconociendo la acción de Dios en la mujer, muestra fehaciente del amor pleno, que hace a la humanidad sensible a la acción de Dios. En el día de hoy, donde la iglesia celebra la fiesta de Santa Maria Magdalena, te invito a reconocer unas cualidades de esta Santa que te permitirán a ti Mujer, ser una verdadera Cristiana, y a ti Hombre, reconocer en la mujer cualidades que te enseñen a cuidar y custodiar su corazón.
Una mujer decidida:
Al inicio del capítulo 20 del evangelio de San Juan, se muestra a una mujer decidida que va al sepulcro a acompañar a su maestro. Maria Magdalena va al encuentro de Jesús, dejó a un lado el miedo que acompañaba a los apóstoles y salió de sí misma. La misma que decidió seguir a Jesús después de haberse encontrado con el Señor y del cual salieron 7 demonios (Lc 8, 2), así como decidió seguir a Jesús hasta el pie de la cruz (Mt 27, 61).
Maria Magdalena, tomó la decisión de dejar su vida de pecado para entregarse por completo a la fuente del amor: Jesús. Y bajo esta mirada de decisión de conversión y seguimiento al Señor es el momento de preguntarte Mujer: ¿Cuál es tu respuesta ante las propuestas indecentes de los hombres? ¿Decides cuidar tu cuerpo y ser modesta, o por el contrario decides entregarlo y exhibirlo al mejor postor? Hoy es un buen día para tomar buenas decisiones a ejemplo de María Magdalena.
Una mujer sensible a las cosas de Dios:
“a veces en nuestra vida los anteojos para ver a Jesús son las lágrimas” (Homilía Papa Francisco, 2018).
En muchas ocasiones, la sociedad machista ha hecho pensar que llorar es sinónimo de debilidad, cuando en realidad es reflejo de la dependencia de la creación (Ser humano) con su creador (Dios). Porque como bien lo dijo el papa Francisco: «La mujer tiene una », «en especial para ayudarnos a comprender la misericordia, la ternura y el amor que Dios tiene para nosotros».
Pues bien, la sensibilidad nos permite a los hombres reconocernos amados, protegidos, pero sobre todo comprender nuestro rol de hermanos, protectores y custodios del corazón de la mujer.
Una mujer amiga:
María Magdalena tiene una amistad profunda con Jesús. En el relato de Juan (20, 14-17), se logra ver una conversación amena entre dos amigos. En esta conversación aparecen dos elementos importantes: ver y reconocer.
Durante mucho tiempo, el hombre ha visto a la mujer como una persona relegada, subordinada, con “roles” y “estereotipos” que han hecho mucho daño a la sociedad. Se ha visto en ocasiones como la mejor forma de sacar provecho, inclusive compararla con un objeto, a quién “uso” y desecho; sin embargo, Jesús en esta conversación con María, a través de la mirada y las palabras pronunciadas, resalta la dignidad de la mujer, le devuelve la alegría y te recuerda Mujer que no hay mirada más profunda y llena de amor que la mirada de Jesús.
La amistad es tan valiosa que Jesús dice en su Palabra que ya no llama siervos sino amigos (Jn 15, 15) por eso te invito a ti hombre que estás leyendo esta entrada, que le pidas a Jesús que purifique tu mirada, para que puedas ver a la mujer como esa amiga que te ayuda a llegar al cielo, y reconocer a la mujer como un don precioso para tu vida. Como bien lo escribió el Papa Juan Pablo II en la carta a la mujer:
No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada » (Gn 2, 18). En la creación de la mujer está inscrito, pues, desde el inicio el principio de la ayuda: ayuda —mírese bien— no unilateral, sino recíproca. La mujer es el complemento del hombre, como el hombre es el complemento de la mujer: mujer y hombre son entre sí complementarios. La femineidad realiza lo « humano » tanto como la masculinidad, pero con una modulación diversa y complementaria.
Cuando el Génesis habla de « ayuda », no se refiere solamente al ámbito del obrar, sino también al del ser. Femineidad y masculinidad son entre sí complementarias no sólo desde el punto de vista físico y psíquico, sino ontológico. Sólo gracias a la dualidad de lo « masculino » y de lo « femenino » lo « humano » se realiza plenamente.
Una mujer misionera:
Finalmente, María Magdalena recibe unas indicaciones precisas convirtiéndose en la primera que anuncia a Jesús resucitado: Ve a decirle a mis hermanos: (Jn 20, 18). Por esto ha sido llamada «la apóstol de los apóstoles» Antes que los apóstoles, María de Magdala fue testigo ocular de Cristo resucitado, y por esta razón fue también la primera en dar testimonio de él ante los apóstoles. (Carta Apostólica Mulieris Ignitatem Juan Pablo II).
María Magdalena fue portadora de esperanza, felicidad y amor, nos invita a anunciar siempre la verdad; por el contrario, en muchas ocasiones de nuestros labios salen mentiras, comentarios llenos de arrogancia, envidia, y críticas, siendo completamente opuestos a la portadora de esperanza.
Querido Joven, que, a imitación de Santa María Magdalena, cada día tomemos decisiones arriesgadas, seamos sensibles a las cosas de Dios, crezcamos en la amistad y llevemos muchas almas a los pies del maestro.
Referencias