Por @PadreBrayan

“Tú no sabes lo que necesita tu amigo, solo sabes que necesita algo”

Comienzo con esta frase -que no les voy a decir de dónde la saqué, si lo descubren me avisan y les doy un premio jaja- porque me parece un buen resumen de lo que significa la amistad, y se los voy a contar en este escrito que he organizado en tres partes: primero, la amistad vivida desde mi experiencia, segundo, la amistad desde los ojos de Cristo y por último, hablaremos de San Pío de Pietrelcina cuya memoria recordamos hoy en nuestra Iglesia.

La amistad desde mi experiencia… 

La frase que he citado arriba me hace recordar ese momento en una amistad, en el que no hacen falta las palabras para comunicar algo, porque con la mirada es suficiente. No sé si les ha pasado, o lo están viviendo, basta con mirar a los ojos a tu amigo para saber lo que está pensado, lo que quiere decir o lo que necesita. Creo que se llega a este punto cuando la amistad ha sido construida sobre bases sólidas de amor y entrega profunda, cuando verdaderamente has deseado ser amigo de esa persona. Tal vez ustedes me dirían que influyen mucho los años de amistad, y yo les respondería que he visto amistades que llevan poco de conocerse y parece que se conocieran de toda la vida. He tenido la fortuna de tener muy buenos amigos, a algunos me he dedicado totalmente, a otros los he descuidado, y tal vez eso me ha costado un dolor profundo. He tenido amigos en la distancia que siento como si viviéramos en el mismo lugar, y he tenido amigos tan cerca pero pareciera que viviéramos a largas distancias. Cualquiera que sea el caso, pienso que hay que valorar la amistad que se ha formado. 

Hace poco perdí un amigo, dice que se sintió abandonado por mí y creo que tal vez tiene razón; pero pienso también, que no tuvo en cuenta otras tantas cosas. Sin embargo, prefirió hacerme a un lado. Le pedí que tratáramos de recuperarnos, pero solo me dijo que me estaba perdonando, que no estaba seguro de que las cosas volvieran a ser como antes, que incluso no le interesaba que volvieran a ser como antes. Les soy sincero, se me partió el corazón y creo que pude haberle dicho todo lo que pensaba, pero mi decisión ha sido quererlo como siempre lo he hecho, aunque ya no le interese. Con esto quiero decirles que siempre vamos a tener la oportunidad de querer a los amigos, aunque la respuesta que obtengamos no sea la que esperemos. 

La amistad desde los ojos de Cristo… 

En este segundo momento quiero citar el evangelio de San Juan en el capítulo 15, 13: “Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos” y en el mismo capítulo 15, 15: “No os llamo ya siervos, porque el siervo nunca sabe lo que suele hacer su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer”. La amistad vista desde los ojos de Jesús implica dos cosas: la entrega total y la confianza absoluta. Nadie podría decir que tiene amor más grande por alguien si no ha pasado por la experiencia de entregarlo todo, y ¡ojo!, estamos hablando de un amor puro y sincero que es recíproco, es decir, que es correspondido, porque hay quienes lo han dado todo, pero solo han encontrado desprecio y un “amor” enfermizo. Para Jesús el amor lo entrega todo, es ilimitado, se dona, pero también es un amor que confía y la confianza aleja los tapujos y el individualismo. Jesucristo nos ha amado tanto que se ha entregado por nosotros y confía tanto que nos ha hablado siempre con la verdad. Jesucristo no se siente superior a nosotros, Él nos ve y nos ama como un amigo, que acompaña, sostiene, levanta, impulsa, pero que sobre todo se entrega.  

San Pío de Pietrelcina… 

Hoy 23 de septiembre celebramos la memoria del Padre Pío, sin duda alguna, la santidad consiste también en una amistad tan profunda con Dios que te lleve a desprenderte de ti mismo para entregarte a los demás. La vida de Pío de Pietrelcina es un verdadero testimonio de amistad profunda con Dios, yo me imagino que durante el tiempo que estuvo aislado, tuvo que haber crecido tanto en la amistad con Dios que eso hizo que se conformaran tantos grupos de oración con su nombre y tuviese la manifestación de los signos milagrosos en sus manos; cuando se tiene una amistad profunda con Cristo las manifestaciones salen a flote y rompen las barreras de todo lo que se opone. Tal vez el Padre Pío no sabía qué necesitaba Dios, pero Dios sí sabía qué necesitaba el Padre Pío, y le dio todo su amor para que salvara muchas almas.  

Queridos amigos y amigas vivan la amistad a plenitud, sobre todo la amistad con Dios. Que no suene cliché eso que decimos a veces que “Cristo es el único y verdadero amigo”, que sí es verdad, pero también nos da la gracia de vivir la amistad con otros cristos durante el camino de la vida.