Por  @andreastefaniapp

Dijo Jesús un día a sus discípulos, que el reino de Dios se parece a un mercader, que encontró una perla de gran valor y vendió todo lo que tenía para poder comprarla (Mat 13,45). Así como era de valiosa para este mercader la perla que encontró, somos de valiosos nosotros para Dios, que dió todo lo que tenía, hasta su único hijo para nuestra salvación; Dios, en la persona de Jesús, lo ha dado todo por nosotros, hasta la última gota de sangre. En otro momento dice también Jesús, que las perlas no se le echan a los cerdos (Mat 7,6); aquí quiero que nos detengamos un momento, y veamos la unión maravillosa de estos dos textos… Repite conmigo en tu corazón “Yo soy una perla preciosa, y las perlas preciosas no se las tiran a los cerdos”

Cuan profundo esto y fuerte, lo sé, pero es muy claro. Siento que Jesús de vez en cuando quiere repetirnos esto “Eres una perla preciosa, y mis perlas preciosas no se las tiro a los cerdos, por favor no lo hagas tú”

Analiza tu vida, analiza tu camino ¿cuánto ha pasado todos estos años en tu vida hasta este momento? ¿Cuánta inversión en ti por tus Padres o cuidadores, y por ti mismo en nutrición, vestido, salud y educación? ¿Cuántas lecciones aprendidas, cuántas incluso con dolor y lágrimas? Si le pusieras un precio a todo eso y lo sumaras, no se aproximaría al valor que tú tienes, ni cerca. Vales mucho más que eso, tu valor es incalculable. 

Sin embargo, parece que a veces se nos olvidara nuestro gran valor. Se nos olvida cuando buscamos amor en refugios vanos de drogadicción, alcoholismo, sexo desenfrenado, que no satisfacen nuestra necesidad de ser amados y más bien nos dejan más vacíos. Se nos olvida nuestro valor cuando mendigamos migajas de amor a una persona que no nos valora. Cuando insistimos e insistimos en algo que nos puede llevar a la perdición. Cuando otras personas lastiman profundamente nuestro corazón o nos han saqueado y les permitimos que lo sigan haciendo sin reparo. No mis hermanos, desde lo profundo del alma hay que decirlo, todos tenemos un gran valor, y los primeros que necesitamos reconocerlo somos nosotros mismos, para aprender a preservar ese gran tesoro que tenemos: nuestro corazón, del cual mana la vida (Prov 4,23)

Jesús en su amor, que es infinito, te quiere recordar que ha hecho grandes cosas en tu vida hasta hoy, y que si estás leyendo esto, es porque aún hace falta…

 

Lee esta carta que te extiende Jesús en este día:

 

“Alma de mi corazón, tengo que seguir haciendo cosas en ti, no hemos terminado. Ten un poco más de calma, sé que la has tenido, pero necesito más, necesito un poco más de ti, más de tu disposición, más de tu apertura y tu entrega, solo un poco más, que todo lo que tú me entregues yo te devolveré un ciento por uno.

Solo ten calma y ten paz, vas en el camino aprendiendo a batallar, la lucha no es fácil porque yo mismo que te he visto crecer, sé que formas ha tomado tu alma y yo lo he permitido porque te amo y respeto tus elecciones y libertad. Te amo y nunca haré nada que tú no quieras, nunca te pondré a alguien que tú tampoco quieras, así como tampoco truncaré del todo el camino que quieras cruzar hacia otras almas, pero si que te detengo, cuando el camino te puede hacer caer.

Aún falta por hacer en ti y en otras almas, pero de eso me encargo yo, tú quédate en tranquilidad, esa es mi pedagogía, aprendemos juntos, pero un día mirarás atrás y entenderás que todo todo sucede para un bien mayor, tú confía en mi, entrégame tu «hágase» que yo te daré mi gracia y plenitud, y la audacia y valentía para librar esta y mil batallas más. A los cerdos no les echaré mis perlas preciosas, antes bien preparo a las almas para poder recibir los regalos y poder cuidarlos, porque tú eres mi tesoro.

Así como se regocija el marido con su esposa,así me regocijo contigo. Mira tu camino, hemos transitado bastante hasta aquí, hasta hoy, hasta ahora, pero vamos a ir más profundo en la medida que tú puedas, yo voy caminando con tu alma, eres muy fuerte, pero aún falta mucho por caminar.

Pon tus anhelos en mis manos, ten fe y no te preocupes, que si ya me los has dado, créeme que yo no me olvido de ti y en el silencio del alba voy obrando.

Cuando sientas cansancio, toma de mi agua y sacia tu sed, bebe de mi sangre y te daré vida, porque aún nos hace falta caminar

Tienes fuerza, valentía y coraje, tu alma es bella y tiene mucho que dar, pero a los cerdos no tiro mis perlas finas, antes bien preparo las perlas y preparo las almas para cuidar los tesoros y que la perla no intoxique, ni incomode y que sea bien recibida, guardada y cuidada.

Ten calma ten paciencia, deja a un lado la arrogancia que el alma dócil y fiel mucho alcanza. Te amo con locura alma de mi vida y por supuesto que lucho por ti, lo hice en la cruz y lo sigo haciendo hoy,  porque lo vales, porque lo mereces.

Jesús 

El mercader que ha comprado a precio de sangre la perla preciosa que eres tú.