Por @ooviedoali
El hombre ha sido creado para amar en libertad. Bien lo dijo el Papa Francisco “Nosotros hemos sido creados para amar y ser amados. Dios, que es amor, nos ha creado para hacernos partícipes de su vida, para ser amados por Él y para amarlo, y para amar con Él a todas las personas” (Angelus, 2017). Es así como toda acción que hemos de hacer debe ser movido por el amor.
En las relaciones de pareja, es común escuchar al hombre decirle a la mujer “dame la pruebita de amor”, refiriéndose meramente a un contacto de entrega de cuerpos, donde sólo se involucra la búsqueda de placer. Esto convierte la “entrega” en una posesión y no en una donación de amor; haciendo que el otro sea utilizado como un objeto para conseguir placer, desvirtuando los afectos y la dignidad de quien decimos amar. En muchas ocasiones la búsqueda de placer es más intensa por parte del hombre, mientras que la mujer involucra más lazos afectivos. Cuando esto sucede, el amor se convierte en algo transaccional: el hombre da “amor” a cambio de sexo y la mujer da sexo a cambio de “amor”.
Lo anterior merece elevar la pregunta: ¿será que las personas son realmente conscientes de lo que es una verdadera prueba de amor?
A lo largo del tiempo, la palabra amor se ha tergiversado. Llamamos amor a lo que realmente es posesión, egoísmo, búsqueda de beneficio personal a costa del otro; cuando el amor es totalmente lo contrario, es donarse, entregarse, sacrificarse. Dios que es amor, ha soñado que su creación ame cómo Él nos ha amado (Juan 15, 12), de allí que dio su prueba de amor a toda la humanidad para que nuestro amor imperfecto, pueda acercarse un poco a su amor perfecto. La verdadera prueba de amor la dio Jesús en el madero de la cruz, cuando se sacrificó y se donó completamente a nosotros, acto que actualiza todos los días en el misterio Eucarístico. La palabra de Dios dice, que debemos ser sumisos los unos a los otros en el temor de Cristo, así la mujer por amor se somete al hombre, pero este hombre debe amar a su mujer como Cristo amó a su Iglesia (Ef, 5, 21-26) es decir hasta la muerte y muerte de cruz. ¿Realmente podemos crecer en ese verdadero amor?
Cuando hablamos de probar el amor, debemos hablar de imitar al mismo Jesús, que con sus pequeños actos heroicos -como obedecer a sus padres (Lc. 2, 51), ser amigo de los niños (Mt 19,13-15), de jóvenes (Mc. 10, 17-21), de familias (Jn. 11, 33-38), dar de comer a las personas (Lc 9,13), compadecerse del dolor ajeno (Lc. 7, 11 y ss.), lavar los pies de sus discípulos (Jn. 13, 1-15), perdonando a quien le hace daño (Lc 23, 34), y otras muchas más obras tan sencillas y profundas- nos enseña a amar y dar verdaderas pruebas de amor. Jesús, en nuestro diario caminar nos demuestra que nos ama, sale a nuestro encuentro, nos da nuestro espacio y tiene paciencia con cada uno por amor. Y nosotros… ¿a qué estamos dispuestos por amor? Él es el amor encarnado, aquel que todo lo espera y nos enseña también a aprender a esperar.
Tú también estás llamado a probar el amor, practicando las obras de misericordia, haciendo de pequeños actos algo extraordinario en las otras personas. Pedir perdón, dar gracias, pedir permiso, pensar en la otra persona antes que en ti, obedecer a padre y madre, cumplir con los deberes; son muestras de pequeñas obras que te permitirán ser menos egoísta y más bondadoso. Porque de eso se trata el amor, de entregarte a los demás.
Bien dijo San Juan de la Cruz “Al final de los tiempos seremos juzgados en el amor”. Que, a imitación de Jesús, tu vida sea un entregarte a los demás para vivir plenamente Feliz.
Omar Oviedo Ali.
Presidente Movimiento Jornada de Vida Cristiana 2020, Secretariado Barranquilla.
Referencias.
Palabras del Papa en la oración del ángelus, 29.10.2017 https://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2017/10/29/ang.html